
(...) Sobre un arroyo, inclinado crece un sauce
que muestra su pálido verdor en el cristal.
Con sus ramas hizo ella coronas caprichosas
de ranúnculos, ortigas, margaritas, y orquídeas
a las que el llano pastor da un nombre grosero
y las jóvenes castas llaman “dedos de difunto”.
Estaba trepando para coger guirnaldas
en las ramas pendientes, cuando un pérfido mimbre
cedió y los aros de flores cayeron con ella
al río lloroso. Sus ropas se extendieron,
llevándola a flote como una sirena;
ella, mientras tanto, cantaba fragmentos
de viejas tonadas como ajena a su trance
o cual si fuera un ser nacido y dotado
para ese elemento. Pero sus vestidos,
cargados de agua, no tardaron mucho
en arrastrar a la pobre con sus melodías
a un fango de muerte. (...)
Acto IV de Hamlet de Shakespeare
Traducción de Ángel-Luis Pujante
Sola,
sola porque así llegué a este mundo incierto, de otro desconocido
Sola vivo en el recuerdo de lo que nunca he vivido
Sola transito, porque sola respiro
Sola,
y mientras, alguien me mira,
Sola, para sola seguir mi camino
Como la Ofelia desgreñada
Sola me vuelvo un día al mundo desconocido,
Sola nací y muero
No hay comentarios:
Publicar un comentario